domingo, 23 de mayo de 2010

Fugacidad del presente

Llevándome la mano a la boca, en esa clase de gestos descuidados que hago para evadir una situación incómoda, tontamente, es decir; me doy cuenta de que tengo su perfume. Que mi mano ha robado de su pecho algo del perfume que rezuma. De pronto, entablo amistad con esa mano. Inmediatamente después de sentir ese aroma, me la llevo al bolsillo del saco, la cuido del suave olor a humedad del colectivo, de los enfrentonazos con el viento que corre esta noche, que se roba siempre todo. Me parece extraña la situación. Está su perfume, pero no su pecho. En un lapso de menos de quince minutos, su pecho se fue de mi mano. O yo me fui de su pecho. En todo caso, después de pensar, digo que será justo reconocer que el abandono fue mutuo. En ese bolsillo estará a salvo seguramente.

1 comentario:

Silbar dijo...

... y no hay nada mejor como volver a sentir ese olor, ya sea de tu mano o de alguna persona que pasa por tu lado con el mismo perfume (aunque se sienta distinto en la piel amada)

qué lindo es!


Arte de la semana...(Quino)

Arte de la semana...(Quino)