domingo, 24 de febrero de 2008

Bob Dylan: los viajes del Gran Camaleón

*Hermann Bellinghausen
La Jornada

Pronto serán 50 años de que existe y todavía no sabemos si creerle todo el tiempo o sólo a veces, y si le entendemos. Lo que canta es importante, incluso para los que confiesan: “no me gusta Bob Dylan”. Así, desde su inicio en el frío invierno de 1960-1961, cuando un chaval llamado Robert Zimmerman, hijo de Abraham-vendedor-de-televisores en el corazón de la Nada americana, al pie de la carretera 61, se reinventó y autodenominó Bob Dylan. Como piedra que rueda, diría luego.


Es, para muchos, el creador más importante de la cultura popular contemporánea, si acaso eso significa algo. A pesar del desdén histórico de la academia literaria, su candidatura al premio Nobel va en serio. Si acaso significa algo.
En realidad, lo único que ha hecho es tocar y cantar rock tripulando su romancero. Centenares de historias, poemas de amor y desamor, enumeraciones de sueños y pesadillas, crónicas arbitrarias y geniales, elusivas canciones de protesta, plegarias, panfletos. ¿O son miles? Siempre las cambia y tiene fama de no interpretar dos veces igual una canción. Jamás suena “como el disco”, y eso en el moderno mundo del consumo es imperdonable.

(...)Extraordinario intérprete, sin paralelo ni reposo, además de compositor y poeta feraz, ha reunido las mejores bandas imaginables. Su voz, “odiada”, nasal e insolente, se cuenta entre las más influyentes del inmenso mar del rhythm and blues. Nadie en el rock ha sido tan inteligente tanto tiempo. Y tan inaprehensible. Es el Gran Camaleón, como brillantemente intuye el cineasta Todd Haynes en I’m not there (2007) al contar sus vidas reales e imaginarias con seis actores, y “uno” es Cate Blanchet, para su etapa más espectacular, andrógina y genial, circa 1965.
(...)Siempre fuera de sinc (por adelantado, anacrónico o perdido, según el público), sigue fiel a su propio reloj. Las modas no son su problema.

(...)La frondosidad verbal que lo iluminó en los años 60 quizás no volverá, pero su facilidad sigue intacta. Se cuenta que a principios de los 80 coincidió en un café de París con Leonard Cohen (quien siendo novelista y poeta de fama, hacia 1967 había decidido imitar a Dylan y cantar) y le preguntó cuánto tardó en componer Hallelujah, su canción más conocida. Cohen dijo: “Cuatro o cinco años”, y por corresponder preguntó a Dylan cuánto le tomó escribir la notable I and I. Éste respondió sin piedad ni pudor: “15 minutos”.
Arriba: Cate Blanchett en una de sus mejores actuaciones

El Gran Camaleón pudo ser un gran narrador, pero ya la novela Tarántula (1966), y su autobiografía en curso Crónicas (2005) lo ponen al lado de Miller y Kerouac. Pudo ser cineasta, pero sólo rodó la injustamente incomprendida Renaldo and Clara (1978, guión suyo y de Sam Shepard). O actor, pero no pasó de Pat Garret and Billy the Kid (Sam Pekinpah, 1973), y alguna otra. Pudo fundar una religión, o encabezar la Revolución, pero él prefirió ser Bob Dylan. Por eso lo regañamos tanto.
Cartel de "I'm not there". De izquierda a dereche: Richard Gere, Cate Blanchett, Heath Ledger y Christian Bale.

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El artista estadounidense se presentará en el Orfeo Superdomo.
Bob Dylan tocará el jueves 13 de marzo en el citado lugar a las 20 hs.
Las entradas para el concierto están a la venta con valores entre 105 y 235 pesos.

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Arte de la semana...(Quino)

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